Cerebro
Me alejo cerebro,
te dejo
¡Imposible!
Allí … siempre
Encendido día y noche
Sin descanso
¡Formatearte quiero!
¡Domarte quiero!
maquinaria perfecta
¡No puedo!
Lo intento
No encuentro contraseña
Borra
Suprime
Escapa
Control quiero
Cerebro
Me alejo cerebro,
te dejo
¡Imposible!
Allí … siempre
Encendido día y noche
Sin descanso
¡Formatearte quiero!
¡Domarte quiero!
maquinaria perfecta
¡No puedo!
Lo intento
No encuentro contraseña
Borra
Suprime
Escapa
Control quiero
La calle de mi casa
Crónica de una mañana caótica
La calle de mi casa, está bastante arbolada. Tiene un parque en la esquina. Durante las mañanas a las horas pico, desfilan todo tipo de personas a quienes les urge llegar a tiempo, siempre a tiempo, a la escuela o a su lugar de trabajo.
Las hay de todos tipos y tamaños, como un ritual matutino bajan corriendo niños y niñas con uniforme, empleados, Godínez, estudiantes universitarios, deportistas, maestros y maestras, comerciantes, artistas, todos y todas van como cardumen esquivando los obstáculos que les ofrece la calle.
Unos corren, otros caminan, van a su paso, todos descienden por la calle para llegar a su destino.
Los automóviles se quedan detenidos. No hay más lugar a dónde moverse. Aquí en la calle todos son iguales, todos agonizan. Los que viajan en transporte público y los que llevan su propio auto. Todos están varados.
Todos desean llegar temprano, imposible, la salida sólo es una. Es un conglomerado, energías atrapadas, que no tienen salida.
La paciencia es un nuevo atributo que han desarrollado los habitantes de esta zona. Pueden pasar hasta 30 minutos o 1 hora para salir del nudo de autos y personas. Los que optan por bajarse del transporte público, hacen caminado o corriendo, entre 10 y 15 minutos, para llegar a un metrobús inabordable.
Un mar, caótico y enfurecido. La naturaleza tiene memoria, esta zona era un cerro, en época de lluvia, un río corre por esta calle. Y se lleva por el camino, todo rastro de humano inerme.